El uso de la tecnología en las aulas universitarias es una cuestión tan necesaria como reflexionar sobre aquello que detona los aprendizajes.
Preguntarnos qué y cómo aprendemos; cuándo aprendemos de mejor manera; y por qué hay cosas que pareciera que no nos interesa aprender nos lleva a formularnos respuestas que nos indican hacia dónde dirigir la docencia.
Particularmente, en el caso del uso de la tecnología estás preguntas suponen imaginar situaciones en las que es necesario identificar cuáles son los nuevos detonadores del aprendizaje.
Si imaginamos estas situaciones fuera del aula de clase surgen algunas ideas que sin duda cuestionan el rol del docente, porque lo aprendido no depende de que haya alguien que enseñe, tal es el claro caso de las habilidades desarrolladas a partir del uso de videojuegos.
La incorporación de la tecnología en los espacios de clase desplaza el rol del docente porque implica que éste ya no constituye el único referente confiable para el aprendizaje. Por lo mismo, esta condición supone un replanteamiento del ejercicio de las prácticas de enseñanza aprendizaje desde el cual se reflexione sobre el papel del docente.
En este sentido, la tecnología como detonador del aprendizaje supone por tanto nuevas formas de trabajo. Entre las cuales surge una que especialmente reposiciona los ejes de la enseñanza: la tutoría.
Así es como la figura del tutor en el aula, y la existencia de los tutoriales virtuales, constituyen un referente cada vez más indispensable para comprender hacia dónde tiene que perfilarse la figura del docente universitario. Del mismo modo que, a partir de la evolución de los tutoriales es necesario recolocar los objetivos del trabajo en clase y el rol del docente.
Entre las relaciones más evidentes que derivan de estas nuevas condiciones nace aquella que pregunta por cuál es el papel del profesor frente a la posibilidad de trabajar con tutoriales multimedia. Y cuál es el alcance de los tutoriales multimedia en el salón de clases.

Originalmente, se discutirá mucho acerca de que la labor docente no puede ser suplantada, sin embargo, es claro que hay evidencia de que esto no solo es posible si no a veces deseable por parte de los alumnos. Es decir, los estudiantes indican ya, y con mucha exigencia en algunos casos, cuando algo en clase pudieron haberlo aprendido por su cuenta.
Por otra parte, a partir de la definición de los tutoriales, puede pensarse que efectivamente los profesores son tutores, porque cumplen con este ejercicio de aleccionar que conduce al alumno a través de las características y funciones más importantes de cosas por medio de ejercicios, procesos, diseños, lenguajes y más.
Pero aquí de lo que se trata es de ir más allá en la identificación de los elementos que intervienen en la función detonadora. En este sentido, el hecho de que la tutoría virtual puede incluir una plataforma multimedia, que posibilita la comprensión de aplicaciones que en otros tiempos estuvieron solo a cargo de maestros que podíamos ver cara a cara y entender mediante la explicación y el diálogo directo, nos coloca frente a la posibilidad de vincular contenidos de recursos diversos. Y tan potencialmente ricos en relaciones que alcanzan construcciones solidas como referentes explicativos.
La efectividad de los tutoriales multimedia cuestionan la presencia. Pero la necesidad de los humanos ha significado siempre una reflexión respecto a su implicación en las aplicaciones tecnológicas, debido a que por un lado la ausencia de personas facilita la vida y disminuye los costos; y por otro, la ausencia de personas cuestiona el desarrollo y conlleva a otras cuestiones que pueden suponer relaciones más profundas.
En este caso, el avance de las aplicaciones tecnológicas invita a pensar la labor docente cada vez más centrada en el desarrollo de la didáctica. Particularmente, en el caso de los tutoriales está significando un desplazamiento hacia al terreno de la producción multimedia.
Esta implicación didáctica requiere de funciones que asocien la pericia de la enseñanza aplicada al diseño de una serie de pasos que van aumentando el nivel de dificultad y entendimiento. Y para los cuales sería ideal que un pedagogo interviniera para indicar cuál es la secuencia lógica para que el usuario entienda todas las partes del proceso.
De igual manera, desde el punto de vista del consumo o la utilización de tutoriales ya elaborados, la evaluación de los mismos requiere por parte del docente del desarrollo de criterios con los cuales los usuarios – alumnos codifiquen la cada vez más creciente cantidad de materiales de este tipo.
Tanto el uso como la valoración de los tutoriales supone el conocimiento de herramientas audiovisuales para la educación, que pueden utilizarse como complemento de plataformas virtuales institucionales como es el caso del sistema Moodle, o como materiales de consulta en la web, en espacios gratuitos de mucho flujo informacional como en You Tube. O bien relacionados con materiales para la realización de videos, audios o el manejo de imágenes, tales como Windows maker o Imovie.
En cualquier caso, los tutoriales incluyen una lógica de trabajo que fomenta la independencia y acompañar la clase con un conjunto de tutoriales puede ser una buena opción para complementar los materiales de apoyo y la bibliografía a disposición de los alumno.
Igualmente, la didáctica implícita en ellos es de vital importancia para mantener activo al estudiante. El objetivo también es despertar la curiosidad.
Los tutoriales virtuales se conciben para la elaboración de actividades individuales, en los que uno (el que sabe) indica a otro (que no sabe) lo que tiene que hacer. Sin embargo, nada impide que se diseñen para la realización de tareas colectivas. En donde uno o varios (indiquen a otro o a otros) lo que pueden hacer.
Hasta ahora no sabemos cuál es el impacto real de los tutoriales virtuales en nuestro país, ni respecto de lo que pasa en otros lugares. Tampoco conocemos las áreas de conocimiento en las que tienen mayor incidencia. Lo que sí podemos considerar es que es un hecho que en México igual que en todo el mundo su consumo crece día con día. Y éste poco a poco va constituyendo una opción viable para la gente que quiere aprender, por lo que no es ocioso pensarlo a la par de la oferta educativa institucionalizada.
La producción de tutoriales deja al descubierto que el principal reto de pensar la tecnología como detonador del aprendizaje, consiste más que nunca en retomar la educación desde un punto de vista que nos permita focalizar en las habilidades y los recursos que están en el núcleo de la actividad docente, que no significan otra cosa que retomar la didáctica.
Escrito por: Gabriela Solano y Cecilio González
Hola Gaby y Cecilio,
ResponderEliminarQue tema tan interesante y que titulo tan sugestivo. La verdad me hicieron reflexionar sobre los tutoriales virtuales ya que son muy utiles y se pueden explotar tanto en forma autodidacta como dentro del aula.
Por otro lado, me gustaria felicitarlos por haber compartido sus ideas de forma tan clara y accesible.
Saludos, Sara
Gracias Sara
ResponderEliminarQue tema tan interesante exponen en su artículo, al leerlo reflexiono la posibilidad de crear mis propios tutoriales para atender las cuestiones técnicas de un curso, y así darle más tiempo al trabajo didáctico dentro del aula, que como bien lo enfatizan en su artículo: En las estrategias didácticas está el secreto para detonar aprendizajes.
ResponderEliminarFelicidades!!!!
¡Hola Cecilio y Gaby!
ResponderEliminarUn gusto compartir con ustedes esta ruta. Me quedo con varios puntos críticos: la labor del profesor como tutor, "vincular contenidos a recursos diversos", la didáctica, producción multimedia. Gracias también por el video que nos comparten, justo hablando de las posibilidades de estas herramientas para enlazar a cantidad de información de distinto tipo.
Un abrazo a ambos y continuemos en esta búsqueda y encuentro.
Lorelí